lunes, 8 de junio de 2009

Kafka en la orilla


No debería haber hecho oidos sordos al consejo de buscar otro título para iniciarme en esto del leer al insigne Murakami, algo un poco más alejado del falso realismo (o irrealismo) mágico que el autor con más intención que acierto, derrocha en este grueso volumen. Aunque la novela tiene un punto de arranque muy interesante y consigue enganchar con una trama bien narrada, rápidamente empieza a abusar de la complicidad del lector, derrochando cultismos inecesarios, y vendiendo lo fantasioso como fantasía, y no.

No termino yo de empatizar, por más manga que lea, con esta desquiciante combinación de realidad y fantasía con que conviven los hijos del sol naciente, aunque se reconocer y disfrutar del lirismo y la brutalidad de sus propuestas allí donde se presentan. Y es que por mucho que lo intente, Murakami ni es Vargas Llosa ni por supuesto, es Kafka. Aunque he de reconocer que construye bien personajes, y aunque solo sea por eso, merece la pena, la verdad.

No me atrevo a recomendar sin rubor esta novela ni su autor. No si antes hacer caso a mi amigo y leer otro de sus sonados y sonantes títulos. Mientra llega este momento, si lo hago con cualquiera de los libros de cuentos de Yakumo Koizumi (Lafcadio Hearn para los amigos), con quien he aprendido de verdad a convivir con los espíritus de japón más tradicional.

No obstante, una vez más, te invito a que crees tu propia opinión.